©MatthiasZölle

El galpón

“Rápido, realmente nervioso, baila el Ensemble bajo las candilejas. Daniel Goldin permite a un jugador musculoso de Rugby menearse en la escena. Una monja tira papel picado con un vestido ceñido al cuerpo. Con una máscara de perro, un bailarín brinca ladrando en cuatro patas, otro baila tango en calzoncillos y tacos altos. Quien conoce el trabajo lírico y melancólico de Daniel Goldin puede sorprenderse por este tipo de escenas estrambóticas y pasadas de rosca. “El galpón” es el último estreno en el Teatro municipal de Münster,  en donde desde 1996 él dirige la parte de danza.
Desde ya, los vestuarios insólitamente estridentes saltan a la vista: un bailarín pide dinero, en una estrecha malla enteriza naranja y botas rojas, otro está sentado con las piernas abiertas con un pantalón de charol, haciendo temblar demostrativamente un atizador. La atmósfera es tensa: dos pasajeros están sentados en un asiento angosto de tren, metidos a presión uno al lado del otro, hasta que se escupen agresivamente; borrachos y mendigos entran en escena; el Ensemble marcha amenazador varias veces hacia el público… La alegría de vivir se hunde en los clubes y comercios de lujo, los dólares se amontonan en la calle; al final se servirán en platos de plata coloridas zapatillas de punta y se destruirán violentamente…
Alice Cerrato, maravillosa bailarina desde hace muchos años de Goldin, mira con asombro a figuras que están, como muñecos sin alma, en el escenario; como si la muerte se la llevara, es desvestida y trasladada. ¿El grito desesperado de un coreógrafo que ve morir su Tanztheater?”

Isabell Steinböck, Die Deutsche Bühne, 22 de octubre de 2011


“…‘Bailen, niños, bailen, sino estamos perdidos’. Daniel Goldin se tomó a pecho el llamado apasionado de Pina Bausch. Su nueva coreografía “El galpón” da la impresión de ser un homenaje al teatro de la hace dos años fallecida maestra. Tan bailado como esta vez, no fue nunca. Tan colorido, sexy y alegre, llegó a serlo con excepciones. Escenas llenas de misterio identifican este Tanztheater como un Goldin original. El público del estreno se mostró entusiasmado la noche del sábado en la sala completamente llena. Aplaudieron durante varios minutos a los nueve bailarines y al equipo de dirección.
En los patios traseros de Buenos Aires, en los depósitos y galpones, se desarrolló a finales del siglo XX una subcultura con galerías de arte, cafés y teatros. Aquí se puede sentir todavía, dice Goldin, el carácter multicultural del ‘sainete criollo’ - obras satíricas en un acto, con música y baile - que desarrollaron los inmigrantes del siglo XIX. Matthias Dietrich captó de nuevo exquisitamente el ‘Ambiente’: a lo largo de las paredes de chapa y cemento hay asientos de desecho de tren, mesas y sillas de madera barata. A la derecha dos puertas para ‘Damas’ y ‘Caballeros’, a la izquierda una salida tenebrosa y una escalera de incendio, atrás un portón corredizo y delante del mismo, un muro de mediana altura. El telón plisado con un cielo de nubecitas con forma de ovejas funciona a medias… De vez en cuando traquetea un tren al pasar. La lluvia golpea sobre el techo barato del galpón. El vestuario de Gaby Sogl, con una riqueza pura e inagotable fantasía, aporta al efecto del mosaico de las coloridas escenas de danza…”

Marieluise Jeitschko, Westfälische Nachrichten, 24 de octubre de 2011


“Goldin narra sobre lo obvio conocido, sobre la pobreza, la violencia y el apremio de lo estrecho, en este ‘Ambiente’ muy a menudo demasiado romantizado. Y extiende el arco hasta el aquí y ahora. Su acusación: donde puede crearse arte - ya sea en Argentina como en Alemania - entre  las ruinas de la industria, reina en verdad la superficialidad y el vil metal.
…Desde hace 16 años el coreógrafo, fuertemente influenciado por la teatralidad de la Folkwang, dirige la compañía de danza de Münster y logró entre un público muy fiel, una excelente fama. Cuando en la escena final el conjunto rompe zapatillas de punta, hechas de vidrio, con los tacones de zapatos femeninos, eso se puede interpretar como sus propias visiones, que ahí se va hacia una ruptura…
El Tanztheater de Goldin desenmascara el mito de los románticos patios traseros. Una escena , en la que un hombre con su portafolio, empuja una mujer en un banco estrecho, la acosa al expandirse en su lectura, sacando su comida y su petaca, manteniendo una conversación a toda voz en su teléfono móvil, termina con los dos escupiéndose en la cara. Cotidianidad de la metrópolis, cuando en un espacio reducido tiene que convivir mucha gente. Las personas se maltratan en la propia búsqueda de su suerte. Los solos bailados representan la esperanza individual de amor y reconocimiento.”

Ursula Pfennig, Westfälischer Anzeiger, 24 de octubre de 2011


“…Goldin, en su nueva coreografía “El galpón”, parece lanzar una mirada maligna al futuro. En sencillos movimientos uniformes, sus bailarines muestran escenas  grupales monótonas, desde películas de Bollywood, pasando por Performances musicales groseras hasta el acompañamiento de un éxito de Madonna. Eso es entretenimiento sin profundidad, ideas y pretensiones, y parece una advertencia… Billetes de dólares serán presentados por uno que usa un tapado de piel, a una mujer se le sacará constantemente a golpes copas de champagne de las manos y un mendigo buscará un lugar para dormir. Entretanto aparece siempre un bailarín con una máscara de perro. Como un expulsado, en el verdadero sentido como un pobre perro, se escurre con la cabeza gacha por el escenario. También en esta escena se puede reconocer una referencia a los bailarines despedidos. Pero finalmente estas imágenes son muy tenues, muy desalentadoras para ser una protesta. La profundidad emocional de Goldin, la conmovedora belleza de su estilo coreográfico, reaparecen constantemente y repetidamente. Y con derecho, el entusiasmado público lo va extrañar.”

Heiko Ostendorf, Münstersche Zeitung, 24 de octubre de 2011


“Cuando en 2007 el Tanztheater del Teatro municipal de Münster, dirigido por Daniel Goldin, estuvo pendiente de un hilo, en el título de la obra correspondiente “(t)SchLU(ü)S(ß)S !?!”, unión de las palabras Schluss = cierre y Tschüss = chau , había todavía un signo de interrogación. Ahora el cierre es definitivo, y “El galpón”, su última coreografía en la sala Kleines Haus, reacciona demostrando todo su poderío, llena de fuerza y obstinadamente… De interpretación abierta, es la acusación muda de inhumanidad, cuando Alice Cerrato como una muñeca sin vida es vestida y desvestida por Antonio Rusciano, y transportada de aquí para allá, o peor aún, cuando Damiaan Veens con una triste máscara de perro, vaga perdido sobre el escenario.
La escena inicial y la final están llenas de un orgullo obstinado. Cuando Ines Petretta, con los hombros rellenos como un hombre musculoso, sopla su silbato y sale solo un susurro, desenmascara al fuerte como pura apariencia…Un final muy fuerte, que el público deliberadamente aplaudió sin fin, con muchos ‘bravos’ y  pataleos. En esto estuvo claro con seguridad que también después de 15 años, no están hartos ni preparados para decirles ‘Tschüss!’ (Chau) a Goldin y su compañía.”

Hans Butterhof, Recklinghäuser Zeitung, 9 de noviembre de 2011

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