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Finisterre

“El fin del mundo es un muelle podrido, recubierto de crustáceos y hundido por la mitad en el Atlántico frente a la  costa de Galicia… De una manera insistente, Goldin captó como poner al descubierto el corsé moral de la sociedad medieval. Tanto en la penitencia como en la conquista amorosa, los intérpretes parecen estar igualmente atosigados por demonios: la constante repetición de las secuencias de movimiento, trepidan bruscamente como latigazos. Los brazos y las manos se abren en parte en ángulos absurdos, como si los bailarines fueran doblados por la mano de un espíritu…”

Manuel Jennen, Münstersche Zeitung, 1 de diciembre de 1997


“… Como toda obra de danza-teatro “Finisterre” se dedica también a l descubrimiento del espacio coreográfico. Esto tiene, a través de su quebradiza lentitud, hermosos momentos: domina la introspección en sí mismo, sobre todo a través del juego de los brazos; los contactos recíprocos no existen en absoluto.”

Stefan Willer, Westfälische Nachrichten, 1 de diciembre de 1997


“… Detrás del viaje se esconde naturalmente la persona en búsqueda de sí mismo. Entre la niebla mística y los ritmos de tambores desarrolla experiencias existenciales, que le permite descubrir su propio ‘yo’…”

Ursula Pfennig, Westfälischer Anzeiger, 2 de diciembre de 1997


“… “Finisterre” es una obra tranquila con ocasionales arrebatos extáticos. Desde un andar acompasado, en ocasiones, algunos intérpretes desarrollan nerviosas danzas de San Vito, en las cuales las personas aparentan perder el control de sus cuerpos: intenso y brutal, como si a los bailarines los invadiera una excitación, que tiene que ver tanto con lo sexual como con lo religioso… Pero las escenas gélidas de la obra son frecuentes y superan en efecto escénico a las cálidas. Frecuentemente Goldin congela con la música también el movimiento y a su vez el movimiento junto a la música también aparenta detener por un instante el tiempo… Más allá de todas las penas, la obra de Daniel Goldin “Finisterre” transmite una absoluta confianza, la cual sus peregrinos acompañan de manera fidedigna: un credo, que ya no es más de este mundo y que no sólo se enraíza en el arte del coreógrafo, sino a través de lo metafísico, quizás de lo religioso.”

Jochen Schmidt, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 10 de diciembre de 1997


“Hasta el fin del mundo y en la oscura Edad Media, rapta el Tantztheater de Münster a su público con “Finisterre” de Daniel Goldin. Es un viaje lleno de imágenes intensas, sonidos bucólicos y sacros, macabros rituales místicos y festejos tranquilos hacia el ibero occidental cabo Finisterre, justo detrás de Santiago de Compostela, la meta del ‘Camino de Santiago’…”

Marieluise Jeitschko, Ballett Journal/Das Tanzarchiv, Febrero de 1998


“… Convincente en su totalidad, por momentos fascinantemente danzado, todo es posible en esta combinación: a partir de una procesión de muertos se desarrolla un dúo de amor; que los amantes no toman en serio el cínicamente mostrado Memento mori; el tambor, que llama a la sangrienta lucha contra los moros, conduce en el instante siguiente un burlesco cortejo musical, debajo de cuyos pies se abren las tablas dobladas de la barca de los peregrinos; al final hasta un muerto resucita…”

Georg Höffner, Ultimo, Ausgabe 1/98


“La obra “Finisterre” de Daniel Goldin… es un maravilloso drama danzado y de un sentido profundo… Como en trance, los actores (re-) llenan el espacio, para finalmente liberar del cuerpo sus emociones. Su presencia y sus personalidades van a llevar a los espectadores hacia su hechizo no sólo a lo largo de los 75 minutos de duración del espectáculo... La obra tiene que ver con distintos estados de ánimo, los cuales Goldin los muestra a través de densas escenas, cargadas simbólicamente, sin que sean kitsch o patéticas. El vocabulario dancístico está impregnado de una alegría melancólica.”

Beatrice Schmidt, Bieler Tagblatt, Septiembre de 1999

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