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ESPERAS

“La sala de embarque más alejada de un aeropuerto de provincias podría verse como el escenario presentado por Roger Irman, en la Sala Pequeña del Ruhrfest­spielhauses en Recklinghausen: una hilera de asientos rojos de plástico, y sobre uno sentado un hombre joven leyendo un periódico; por los altoparlantes el anuncio que no se debe dejar su equipaje sin vigilancia. Pero enseguida está claro que las personas en la obra de danza de Daniel Goldin “ESPERAS” no esperan el despegue de ningún avión. Atraviesan un corredor oscuro, bailando de una manera un poco aturdida, entran diez jóvenes más en escena: mujeres y hombres con colores de piel blanco y amarillo, marrón y negro: la ‘Familia del hombre’ de la Compañía de danza Folkwang de Essen, y se dirigen a un viaje a lo desconocido.
Sobre un collage de obras de Dimitri Schostakowitsch – una mezcla de decentes preludios para piano y pomposa música para cine - el argentino de 37 años de edad, que en la próxima temporada asumirá la dirección del Tantztheater del Teatro Municipal de Münster, presentó a los bailarines de la Folkwang primero como individuos aislados, que en el conjunto no logran ningún contacto con sus pares. Sus danzas, o en el suelo o en el espacio, aparentan ser inseguras; se mueven como si estuvieran siempre listos para escaparse, a la espera de una catástrofe, quizás de un ataque terrorista. ¿Quizás el paquete que dos bailarines expiden sobre el escenario y al final lo olvidan simplemente en un rincón contiene una bomba? ¿Y quién sabe si la pistola que una de las bailarinas manipula, sirve sólo como autodefensa en el caso de un ataque?
A lo largo de una hora, Goldin logra una pequeña obra de arte. Paralelamente al crescendo musical, él enmarca en el conjunto las actividades individuales de sus bailarines, que siempre muestran detalles disparatados: por último un vals tambaleante, a partir de elementos opuestos, que se mueve hacia el abismo de una catástrofe indefinida.”

Jochen Schmidt, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 10 de junio de 1996


“Una atmósfera de estación de tren, el ruido de trenes que llegan. Los anuncios alertan a los viajeros de no dejar fuera de vista su equipaje. Después de los atentados de París y Tokio, el metro no puede ser signo sólo de alegres y absurdos encuentros casuales. El coreógrafo argentino Daniel Goldin no sólo se muestra fascinado por los largos kilómetros de corredores de topos y el enjambre de personas de las estaciones de metro, sino que pasa revista a la situación actual. También en  “ESPERAS”, un encargo para la Folkwang Tanzstudio (FTS), que tuvo el estreno en el festival Ruhrfestspielen Recklinghausen, actualiza todas las delicatessen que marcaron sus trabajos anteriores.
Todo los temas son no problemáticos: el sobrio mundo campesino (en el ciclo de dúos “Cuentos del Camino”), el camino de Santiago (“Finisterre”) y la pregunta de cómo en la condición de perseguido, en la condición de judío, se puede seguir viviendo después del Tercer Reich (“Papirene Kinder”). Tan sensible, como él realizó en estas obras la búsqueda de rastros de la historia individual y colectiva, indaga ahora los matices del significado de la palabra ‘espera’, que no solamente puede significar esperar y esperanza sino también expectativa, plazo y paciencia.
De dónde vienen los viajantes y hacia dónde van, no tiene importancia. Quizás el hombre que lee el periódico, está sentado hace una eternidad en los asientos de plástico de un color anaranjado rojizo. Otro está parado y mira hacia abajo, un ancho corredor (Escenografía: Roger Irman). Retardación, y no un ajetreo de hormiguero define la obra sobre el Metro de Goldin. Lentamente los bailarines del FTS se forman en un grupo relajado. Con un collage de Schostakowitsch, dan un paso delante del otro, se hunden en ‘plié’, encogen una pierna, trasladan en cámara lenta el peso; persisten nuevamente. Dos mujeres se separan de los otros, se desmoronan en un movimiento pendular sincrónico y se sientan en el banco.
Goldin, que en Buenos Aires se formó con una alumna de Mary Wigman y se entusiasmó por el trabajo de Pina Bausch y Susanne Linke, bailó él mismo en el Folkwang Tanzstudio. Esto se puede ver especialmente en los movimientos elaborados de brazos - aquí se ve uno de los más bellos ‘Port de Bras’, bailado por los hombres. Sin embargo Goldin reduce y concentra consecuentemente su lenguaje de movimiento, logrando un estilo propio y muy purista. Pero rompe la agradable consecuencia de su coreografía una y otra vez, introduce pasos de danza latinoamericanos o veloces filas saltadas, que recuerdan el juego de niños “Un, dos, tres, chocolate inglés”.
La intensidad y el tiempo de los movimientos crecen y decrecen. Solos, de a dos , de a tres o en grupo pueblan los bailarines el andén, un microcosmos, en el que se encuentran expectativas, historias, biografías - como si estuvieran grabadas, sin comentarios, por una cámara fija. Casi sin ser evidente, se vuelca hacia algo amenazante, la atmósfera neutral del inicio, la de las escenas que fluyen unas en otras.
La atmósfera se fue nublando perceptiblemente, mucho antes que una persona se moviera inquietamente por todas partes con una pistola en la mano.
El talento de crear atmósferas cargadas emocionalmente, caracteriza el trabajo de Goldin y distingue también (a pesar de algunas debilidades) “ESPERAS”, que dicho sea de paso es la última obra como coreógrafo independiente. Pues a partir de agosto Goldin asume la dirección del Tantztheater de Münster. Con diez bailarines, va a continuar allí investigando los mecanismos de la memoria y las emociones. Para el panorama de la danza contemporánea significa el cambio en un teatro oficial de uno de los más prometedores coreógrafos jóvenes: esperas - ¡la esperanza, la expectativa!

Katja Schneider, Süddeutsche Zeitung, 12 de junio de 1996

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