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Ermita

“… Sucede muy raramente que un joven coreógrafo de danza-teatro sea tan musical y versado en su oficio como Daniel Goldin. “Ermita” está apoyado por un collage musical de músicas del mundo, semejante a los de Pina Bausch. Los extraños tonos de lejanos países gotean desde los altavoces: reservados, con suavidad, meditativos. También se baila de esta manera, mayormente de manera contemplativa, introspectivamente. Y como parte de un intercambio, con transiciones suaves, en donde se intercalan solos lentos y extravagantes entre pocas escenas grupales veloces… Con “Ermita”, su quinta y muy aplaudida producción en Münster, demuestra una vez más que domina su oficio de coreógrafo como a su vez la maquinaria teatral. Esto no es poca cosa.”

Horst Vollmer, Die Welt, 23 de noviembre de 1998


“La ermita, como era de esperar: pobre, gris. Una pequeña ventana ilumina el reducido espacio de acuerdo a los momentos del día. Guijarros diminutos cubren el suelo. Cuatro columnas potentes aparentan, afortunadamente, ser inamovibles - las personas hacen eses alrededor. Por sensaciones extrañas, sus almas añoran desesperadamente un retorno al hogar.
Uno baila. Sale de la fila. Se busca, a sí mismo. Al mismo tiempo para muchos la pregunta ‘¿Quién soy?’ sigue resultando un acertijo, la propia identidad oculta. Como los primeros cristianos se reconocían a través de un pez garabateado en la arena, los bailarines de Daniel Goldin de la misma manera parecen gritar algo: ¡Conócete a ti mismo! El terreno recubierto de pequeñas piedras fue la página del diario de vida, en la cual los bailarines inscriben sus escritos del corazón, a veces con las manos y los pies, otras con el cuerpo entero. Muchas historias se escribieron en el suelo: fueron fugaces, rápidamente borradas. Las piedritas, aleatoriamente formadas, aparentan con la iluminación como una marea alta, un paisaje otoñal del alma marcado por oscuros esbatimentos…”

Olaf Kutzmutz, Westfälische Nachrichten, 23 de noviembre de 1998


“… En una ininterrumpida y fluída sucesión de escenas - definida musicalmente en su mayoría por temas de influencia folklórica - presentan las cinco bailarinas y los tres bailarines el descubrimiento de la corporalidad. Uno participa de cómo detectan la sensorialidad a través del lenguaje corporal, cómo ellos con la ayuda de la ropa, la utilizan en el cuidado de la imagen. Un juego con la soledad, en el que los movimientos previstos conducen a la posibilidad de ruptura - el significado del título en español es la ‘ermita’.
La sobria escenografía de Katharina Gault le da el marco adecuado: las paredes lisas y grisáceas, con cuatros columnas angulosas y torcidas, distribuidas irregularmente, bien podrían representar también “La casa de Bernarda Alba”. Solamente una estrecha ventana y un sofá rojo chillón sugieren un poco de libertad de movimiento. Para utilizarlos, las figuras tienen que encontrarse a sí mismo, estar seguros de sí. Los actores aparecen al inicio de manera ‘no preparados’, en calzoncillos o con sacos sobre el torso desnudo, como si se hubiesen levantado recién de la cama. Mientras que ‘él’ se toca el sexo, ‘ella’ se pasea en un traje de recepcionista como una mujer fuerte jugando con sus bíceps. Todos sienten con los pies desnudos intensivamente la arena sobre el escenario. Luego se observan gestos de cubrirse los ojos y dormir, se vivencian danzas del vientre y de fertilidad, se escuchan ejercicios vocales dese la banda sonora.
Un entrenamiento dancístico de los sentidos: no en un desarrollo lógico, sino en un constante subir y bajar. Entre un ritual e iniciativa propia. A menudo muy tranquilo, varias veces meditativo en posición de Loto, otras de manera sobresaltada como en el Scherzo de una pareja, que sus brazos, uno atrás de otro, se marchitan y caen como pétalos de flores - uno de los pocos momentos de encuentro masculino-femenino.”

Sebastian Loskant, Münstersche Zeitung, 23 de noviembre de 1998


“Lo que Goldin realmente muestra… es danza pura, interpretada de manera sobresaliente desde el primer minuto, cuando una mujer ensimismada detrás de uno de los pilares se levanta con sus movimientos, hasta que al final paulatinamente terminan en las acciones grupales… Una gran tranquilidad meditativa, a veces  sacra, se sitúa sobre “Ermita”, que es muy rica en escenas llenas de atmósfera…”

Katja Schneider, Süddeutsche Zeitung, 3 de diciembre de 1998


“Daniel Goldin, director del Tanztheater de Münster… declara como antagónicos ‘Moda’ e ‘Identidad’ y define a la identidad, al igual que el director de cine Wim Wenders, como un estado de ‘tranquilidad, satisfacción y serenidad’… Su lenguaje corporal tiene una elegancia y refinamiento, que siempre seduce nuevamente…  Casi al final de la obra de 90 minutos de duración, con imágenes fantásticas y escenas en cámara lenta, Goldin organizó un desfile de moda en cámara rápida.”

Marieluise Jeitschko, Welt am Sonntag, 13 de diciembre de 1998

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