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Papirene Kinder

Una novela coreográfica

“... Daniel Goldin mostró su “Papirene Kinder”, una obra de danza tenue, llena de poesía, que como sus otros trabajos también relata sobre su propia biografía judía: sobre el estar-en-el-camino, sobre la emigración, sobre la marcha hacia un futuro incierto, sobre la efímera temporalidad. La medida del tiempo y la música dan el tono. Canciones tradicionales judías, obras de Smetana y Mendelssohn acompañan como un refinado collage musical, a las expresivas atmósferas escénicas. Las secuencias de movimientos en cámara lenta sugieren el ser extranjero en la propia tierra o el onírico recuerdo a la distancia de lo dejado atrás...”

Dagmar Schenk-Güllich, Ballett international/ Tanz aktuell, noviembre de 1995


“...Goldin instala en su obra, el teatro de marionetas como en un segundo nivel, como en un nivel del recuerdo de los que quedaron en la tierra natal, en el ‘Schtetl’, que sólo a través de las cartas (de ahí el título) pueden estar con sus parientes en la nueva tierra. Y así las marionetas no son sólo signos del recuerdo, sino también una introducción a la danza, la cual a través de los recuerdos y las emociones a los que está conectada, ayuda a conseguir que los bailarines adquieran un nuevo equilibrio y una nueva fuerza expresiva, a través de una encantadora escena onírica-surreal de matrimonio. El viaje muy personal de Daniel Goldin a través del mundo, termina con una danza de alegría, un chillón devenir y desaparecer de eternos movimientos, que como se nombra en la obra, es el único paradero del hombre... Bailado de una forma sugestiva y sin mucho énfasis, los brazos y las piernas siguen como péndulos al cuerpo, el cual explosivamente se cierra y abre con vertiginosas líneas...”

Gerald Siegmund, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 26 de julio de 1996


“Al principio es la tierra natal. Cantos guturales femeninos llenan el recinto, se lo puede identificar como ucranianos. Cinco bailarines muestran su pesar en este viejo, árido mundo. Uno, ni se mueve del lugar. Otro busca añorante con la vista y supone algo mejor a la distancia. Un tercero se atormenta en un encierro invisible. Figuras oprimidas sin excepción. Se quieren ir, se irán. Para los que se quedaron, ellos son los ‘hijos de papel’, los que aún existen sólo a través de cartas desde el extraño nuevo mundo... Los ‘hijos de papel’ demuestran lo que los arrastra. Se puede leer directamente pobreza, opresión, curiosidad, esperanza. Conos de luces separan a los bailarines, cada uno está solo en el recuerdo, reincidentes en la vieja rutina, a merced de su propios motivos. Gestos desamparados de despedida los reúnen  como un estribillo. Mientras el ruido ambiental - Mendelsohn captado en onda corta entremezclado con interrupciones en la emisión - establece una ‘tierra de nadie’ : ya perdida y todavía sin haber llegado. El grupo se cae, entona el desaliento, luego nuevamente decidido y obstinado, desafiante al futuro, finalmente eufórico y distendido en cámara lenta, se dirige hacia nuevas orillas, como en el paraíso. Goldin, que trabajó en la Folkwang Tanzstudio y en Wuppertal con Pina Bausch, tiene un lenguaje directo y preciso. El movimiento como expresión, aparece casi lógicamente como la realización de emociones y situaciones: sin embargo predomina la moderación, la cual permite que domine la poesía de la danza…”

E. Elling, Lüdenscheider Nachrichten, 17 de septiembre de 1996


“... Daniel Goldin y su Ensemble lograron mantener bailando, en un emotivo equilibrio, los dos aspectos: lo nuevo y lo viejo. Muy poéticamente y sin gestos explicativos, expresó que la dignidad humana se encuentra en la relación de ambos elementos...”

Hans Butterhof, Recklinghäuser Zeitung, 18 de septiembre de 1996


“...A lo largo de una hora los bailarines dibujan sus esbozos (Goldin) de una historia sin fin – vidas migratorias de personas en el camino, sobre todo emigrantes judíos – en originales movimientos llenos de poesía, que si uno los mira detalladamente descubre su cotidianidad, “desmontados” con mucho refinamiento, en cámara lenta o en cámara rápida. Se crea un alegre y sensible cuadro polifacético, lleno de color, a partir de simpáticos y tiernos tonos melancólicos y arrebatos temperamentales de alegría. La marioneta, perfectamente manejada por Matthias Dietrich, que establece un claro acento teatral, también canta la canción “Papirene Kinder”-“Hijos de papel” los cuales viven para sus padres solamente a través de las cartas. El público aplaudió efusivamente el bullicioso, poético y virtuoso Tanztheater de Goldin y a sus intérpretes.”

Marieluise Jeitschko, Ballett-Journal/ Das Tanz-Archiv, Nro. 5, 1 de diciembre de 1996

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