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Finissage: … quien me quita lo bailado!

“… Una cartulina negra envuelve al folleto que contiene el índice de obras de la ‘Era Goldin’ en Münster y la foto galería de más de 30 coreografías durante los 16 años. El elenco baila también vestido de negro y muy seriamente. El Tanztheater Münster, bajo la dirección de Daniel Goldin, se despide con “Finissage: … quién me quita lo bailado!”. Con esta despedida, termina un período decisivo de la historia de la danza expresionista.
Inspirada en la frase de Jorge Semprún, ‘Lo que he vivido, nadie me lo puede quitar’, Goldin pasa revista a su ‘Teatro de imágenes de danza’. Un fragmento de un film con el autor español abre y cierra el espectáculo. Daniel Goldin y su colaborador artístico y escenógrafo de muchos años, Matthias Dietrich, han montado 40 escenas, en su mayoría de corta duración, pertenecientes a más de 20 coreografías, en un collage que va desde “Papirene Kinder” (1996) hasta “El galpón” (2011), aunque una sucesión cronológica no es reconocible, por lo que es aún más lamentable la falta de una lista de los episodios bailados (y cantados y recitados) y los bailarines correspondientes.
Los decorados y la música dan sin embargo una indicación: la “Träumerei” (Ensoñación) de Schumann de “Dichter.Liebe” (Poeta.Amor); el coral de “La pasión según San Juan” de Bach - “Ruht wohl” (Descansa en paz); de la sacra “besloten hofjes” (jardines cerrados). Durante estas escenas flota colgado desde el emparrillado, el afiligranado portal conventual, al igual que luego cuelgan el alambrado de espino blanco de “Winterreise” (Viaje de invierno) o la torre torcida del faro de la obra sobre Felix Nussbaum “In Öl und Nebel” (En óleo y niebla). El bailarín Ardan Hussain como el pintor, tiene colgado el marco de un cuadro como una soga al cuello. Daniel Condamines, largo como un árbol, baila con su inconfundible arte, delante de la entrada deslucida de “Hinter der Nacht” (Detrás de la noche) y al lado del teatro de marionetas de “Papirene Kinder” (Hijos de papel). El sofá rojo perteneció a “Schwarze Engel” (Ángeles negros) y las paredes de los contenedores de madera fueron de la obra sobre Käthe Kollwitz, “Stimmen, Hände, Brüchige Stille” (Voces, manos, silencio quebradizo). Los bailarines, con el vestuario de los años 20 de Gaby Sogl, van a toda prisa a través de Münster en el film mudo con música de Satie de “(t)SchLU(ü)S(ß)S!?!”. Katrin Mander recita y canta nuevamente, acompañada por el pianista de la velada, Martin Scholz.
La frágil Alice Cerrato baila elegiacamente sobre una sólida mesa de madera, el rol de la amante de Kafka, Milena Jesenska de “Tagelang und Nächtelang” (A lo largo de los días y las noches); la elegante Helena Maciel Fernandino baila un solo de “Ermita”. La pasarela torcida con los postes carcomidos de “ISOLA” (ISLA) sobresale sobre la platea. Aquí colocan las bailarinas ramos de flores como si fuera una tumba. Las escenas de grupo vestidos de negro semejan estribillos entre los solos. Recién poco antes de la pausa aparece un poco de color en la escena: las rosas rojas, la cuerda floja y la presencia de terciopelo recuerdan al mundo del circo de la obra sobre Tschaikowsky “Melodiya”. El payaso con el paraguas y la maleta se pinta una calavera sobre la cabeza vendada.
La segunda parte es más colorida, mucho más vivaz, aunque pocas veces más alegre. Es decir, al funeral le sigue el convite. En el final coreografiado para esta ocasión, el elenco baila un tango argentino entregando su alma, para que finalmente salgan a paso lento de forma individual por entre las bambalinas. Una última rebelión de Hsuan Cheng, con un solo grandioso, hasta que rompe en llanto, cuando los otros (final de “El galpón”) traen sobre bandejas de plata, brillantes zapatillas de danza de colores estridentes y las destruyen con zapatos de tacones de charol.
El estreno duró 3 horas. Durante 10 minutos aplaudieron los casi mil espectadores del público, evidentemente conmovidos, a los 21 artistas que participaron delante y detrás de las bambalinas, con ovaciones de pie…”

Marieluise Jeitschko, tanznetz, 29 de mayo de 2012


“Poesía y política no están muy separados en Goldin. En 2011 lo demostró en su obra “ISOLA” con un conmovedor lenguaje de imágenes: sobre una música estridente como el canto de los grillos, el elenco camina con pasos cortos, llevando ramos de flores de cerezos en sus brazos. Después bailan con botellas de plástico: una crítica mordaz a la política medioambiental. Con fragmentos de “ISOLA” y otros trabajos, el director de danza de Münster se cita a sí mismo en su última obra para el Teatro Municipal de Münster…
Goldin realizó en los últimos 16 años desde danza-teatro comprometida socialmente hasta teatro político. “Finissage” es una queja en torno a lo que intencionalmente no se quiere más. En una proyección de un film, realizado en un estilo nostálgico en blanco y negro, el elenco de bailarines erra por Münster. Cuando pasa por el Teatro Municipal, citan la marcha fúnebre de Chopin. “Finissage” produce imágenes de una  Europa en extinción, de una atmósfera de hundimiento y decadencia, de ‘Stetln’ y festejo popular con teatro de marionetas. Constantemente Goldin se apoyó siempre en motivos de su patria Argentina. Los tangos se mezclan en “Finissage” con música judía. Una historia continua no existe, las imagines y las alusiones se condensan en una atmósfera de nostalgia, que se transforma repentinamente en amargura.
No siempre Goldin es tan claro: en una coreografía antibélica (con música de “La historia del soldado” de Stravinsky) Alice Cerrato gira alrededor del compacto grupo  en movimiento, que se va abriendo lentamente. Los bailarines arriesgan la fuga esbozando pasos clásicos. La escena trae a la memoria cuan cercano está Goldin de la tradición de la escuela Folkwang, cómo está unido a una tradición a la cual pertenece Pina Bausch.
Un recuerdo de “Winterreise” de 2003 (Viaje de invierno) es el solo “Auf dem Flusse” (Sobre el río): el canto y el piano están distorsionados, los movimientos de Alice Ceratto se van inquietando. Ella es miembro del elenco desde 1996, ella baila “Finissage” con su energía casi furiosa y con tristeza.
El Tanztheater de Goldin es político pero no unívoco y mucho menos agitador. Le quita lo evidente a través de una suave melancolía. Tiene mucho que ver, que a lo largo de los años Goldin buscó un elenco cuidadosamente seleccionado, mayormente de alumnos de la Folkwang. El Ensemble representa una actitud. Los bailarines como Matthias Schikora y Damiaan Veens transmiten casi una rigurosidad conventual.
Esto se terminó ahora en Münster…”

Edda Breski, Westfälische Anzeiger, 29 de mayo de 2012


“… La velada comienza con “Papirene Kinder” (Hijos de papel) de 1996. La novela coreográfica se ocupa del tema de la emigración y ya muestra la caligrafía que luego será inconfundible de Goldin, formado en la tradición de la Folkwang. Los movimientos son dinámicos y suspendidos elegantemente por parte del elenco, del cual se desprenden constantemente solistas, para otorgar a la atmósfera colectiva una expresión individual. Los bailarines están apoyados por Kathrin Mander, cuyo canto maravilloso conforma una unidad perfecta con la danza. El espectáculo es muy discreto en cuanto al vestuario (Gaby Sogl). En general los protagonistas actúan con un vestuario sencillo y oscuro y concentran así la atención en la danza. Como siempre en Goldin, las escenografías son dignas de verse, y aquí suben y bajan del emparrillado como si quisieran bailar con el conjunto. Pero también los pasajes coreográficos sin utilería satisfacen plenamente, como por ejemplo cuando en “Winterreise” (Viaje de invierno) una bailarina se detiene delante de un río congelado y es arrastrada, por así decirlo, por sus sentimientos. También en la escena de “In Öl und Nebel” (En óleo y niebla), cuando el pintor Felix Nussbaum baila su autorretrato. Hubo aplausos por los 16 años de trabajo. Se podrían citar muchos más ejemplos del ambicioso trabajo de Goldin, con los cuales él marcó de manera eficaz el Tanztheater del Teatro Municipal de Münster.
Aparentemente la velada no tuvo para el público ni un minuto demás. Al final hubo fuertes aplausos para el coreógrafo y el Ensemble y no eran sólo para la obra actual sino para la totalidad de su trabajo.”

Helmut Jasny, Münstersche Zeitung, 29 de mayo de 2012


“… Es una retrospectiva en el mejor de los sentidos. Daniel Goldin muestra un collage, despierta reminiscencias, junta pequeños fragmentos de sus trabajos. Él comienza la velada con una escena de “Papirene Kinder” (Hijos de papel) de 1996, su primer trabajo en el Teatro Municipal de Münster sobre emigrantes judíos y padres cuyos hijos existen solo en el papel de las cartas. El “Finissage” de Goldin se toma tiempo en la mirada retrospectiva. No funciona con la cámara rápida o el rebobinado rápido. Esto va en contra de la cuidadosa estética de la danza expresionista de Goldin, del cauteloso desarrollo de las historias emocionales y también del Ensemble, que vive en la tradición de la Folkwang y la lleva consigo. Él traspasó las íntimas coreografías, casi danzas de cámara, de la sala pequeña al gran escenario, sin hacerles perder su carácter. Con mucha sensibilidad por el espacio, con sólo escenografías bosquejadas: los decorados correspondientes a cada obra bajan y suben del emparrillado. La caligrafía de Goldin se la reconoce a lo largo de todas las obras. Los brazos tendidos hacia arriba llenos de nostalgia, la cabeza plegada en el cuello, los hombros caídos y preocupados, las miradas hacia abajo. Los pataleos descalzos como en unión con la tierra y los desplazamientos levitados. Las escenas de conjunto son hermosas y harmónicas, a menudo interpretadas por un grupo muy compacto. Bailarines que cantan y también hablan, que se hacen entender con las manos y sus rostros, que lo bailan, y sin embargo no parecen ensimismados.
¿Qué queda? Una mujer vestida de rojo, que con el sonido de una cajita de música en la que se oye “El lago de los cisnes”, da vueltas con sus patines de ruedas. Un hombre en azul, que con ritmos sudamericanos ofrece un solo artístico. Una, dos  impresionantes escenas surreales, un poco oscuras y enigmáticas. No es un popurrí del buen humor, es mucho más un ‘hasta la vista’ teñido de melancolía, sea donde sea en el mundo de la danza.”

Ulrike Burgwinkel, WDR5 Scala, 11 de junio de 2012

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